En Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo (2008), ópera prima de la directora mexicana Yulene Olaizola (Paraísos artificiales, Fogo), filme ganador del Ariel a Mejor Ópera Prima, nos muestra desde el interior de la casa de huéspedes de su abuela (Rosa Elena Carbajal, o Rosita), cómo cada ser humano puede ser, en palabras de la misma abuela, “la más grandiosa e irrepetible de todas las obras de arte”.
La más grandiosa e irrepetible de las obras de arte, la esencia de las personas, no puede ser encontrada desde un sólo punto de vista. En Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo, Olaizola nos muestra cómo plasmar la identidad de un ser humano es un ejercicio laberíntico en donde todos los caminos son correctos pero en donde ninguno muestra el panorama completo.
El laberinto de la casa de la abuela, Rosita, en donde la autora logra retratar la casa de muchas de nuestras abuelas, evoca la complejidad del ser humano pero también este laberinto que crean las abuelas al contar historias, la mezcla de recuerdos, leyendas, sentimientos y canciones.
Este laberinto de partes de la realidad va construyendo la historia de Jorge Ríos, Jorge Riosse. Poco a poco, los personajes principales, Rosita y Flor (empleada doméstica por más de 30 años en la casa de Rosita), van narrando las curiosidades y manías de Jorge, amigo de las dos en diferentes intimidades.
Las intimidades con Rosita estaban cerca del arte y la sensibilidad, amistad que era criticada por familiares y amigos añejos que cuestionaban su vínculo con alguien que a ojos de todos, padecía de sus facultades mentales. El talento artístico de Jorge y la sensibilidad de Rosita para percibirlo, inició esa amistad de siete años. Durante esos siete años, Flor también se hizo íntima de Jorge, ella, que sí entraba a su cuarto a hacer el aseo, le guardaba a su amigo los secretos del “Estado Mayor”, la casera Rosita.
El “Estado Mayor” al estar tan íntimamente conectada con la directora, tiene una presentación a cuadro bastante familiar, sin pretensiones, en el que se logra captar la sorpresa cada que se entera de una nueva faceta de su difunto amigo Jorge, quien a pesar de haber vivido en esa casa aún conservaba secretos. Secretos que, este querido loco, llevaba cada vez más lejos de las áreas comunes.
Este querido loco que terminó viviendo en la caseta de la azotea, guardó y guardó secretos durante todos los años que habitó esa casa y que, poco a poco, a lo largo de este largometraje, se buscan teorías, se desentierran tragedias, se crea la última versión de Jorge.
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